La importancia de los pequeños detalles


¿Verdad que todos admiramos a quien de la nada, con su propio ingenio y esfuerzo, es capaz de montar una gran empresa, formar un imperio, o hacerse mundialmente reconocido por sus logros? Desde luego son hazañas al alcance de muy pocos que, al saber de ellas, nos hacen soñar con ser mejores y hasta, en algunos casos, nos mueven a serlo, poniendo nuestras miras en las más altas cotas.

Sin embargo raro es que, el que nos las relata, nos cuente los pormenores del ascenso: el día a día de luchas, frustraciones, caídas y vueltas a levantarse… y todavía más raro es que nos cuente lo verdaderamente pequeño, porque quizás ni siquiera ha reparado en ello: los días que, por estar trabajando, no ha estado en el recital de poesía de su hijo, o en la hora del baño, o cuantos cuentos no ha podido contar ni besos a la hora de dormir ha podido dar.

¿Por qué inicio así la reseña de un reloj? Porque en este reloj, a lo que han dado importancia, es a esos pequeños detalles.

Se trata de un Tissot 1853 Le Locle Automatique, que comienza rindiendo homenaje, con su nombre, a los inicios de la marca en 1853, en el pueblecito de Le Locle en las montañas suizas, próximo a Neuchatel y continúa haciendo lo propio con su diseño, inspirado en el reloj de la torre de dicha comuna suiza.


Reformierte Kirche in Le Locle - Roland Zumbuehl - Creative Commons


Pero aquí no acaba la atención a los detalles. Basta con pasear la mirada por su esfera para identificar al menos tres tipos de texturas (quizá la central basada en el tejado que cubre el reloj de la mencionada torre) y dos tipos de números, arábigos y romanos, siendo barridos por sus manecillas con forma de hoja dorada.



Su trasera, como no podía ser menos, esta fina y complejamente elaborada, haciendo de un escaso pero bello expositor a su mecanismo ETA 2825-2, latiendo a 28800 alternancias por hora, lo que da a su segundero, en subdial a las V, un barrido suave y elegante. Además esta posición, poco común, dota al conjunto de originalidad y carisma.


Como podéis comprobar, en Tissot no han dejado que este “petit seconde” sufra por escatimar en los pequeños detalles, como yo, que espero que el tic-tac de mi reloj quede grabado, junto al beso en la frente de antes de dormir, en la memoria de mis hijos.


Postdata: Actualmente continúa a la venta en su versión con mecanismo Powermatic 80, con un aumento de reserva de marcha a 80h, espiral de silicio, escape y ancora antimagnéticos, pero a 21600 alternancias por hora, lo que hace menos fluido el barrido de su segundero y, desde mi humilde punto de vista, menos llamativo. Además parece ser que han cambiado a una regulación inercial por tornillos, que hace que el ajuste, en caso de ser necesario, sea más difícil para un relojero inexperto, lo que ha motivado controversia. ¿A ti que te parece, adelanto o atraso?

Comentarios

  1. Gracias por esta pequeña historia. El reloj es muy elegante de una gran marca como Tissot. Me encantan los relojes automáticos, es como si tuviesen alma, como dices en la reseña de otro de tus relojes. ¡Enhorabuena por esta iniciativa!

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    1. Gracias por tu comentario!
      Espero poder mantenerla y disfrutarla mucho tiempo!

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  2. Muy interesante la historia en relación a este modelo! Enhorabuena por el blog.

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    1. Muchísimas Gracias!
      Se hace con la ilusión de aprender, disfrutar y compartir!

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